"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

sábado, 20 de agosto de 2011

La lucha de clases, el uso de la violencia y la revolución permanente

Publicado en Kaosenlared.net

Me molesta que me llamen indignado, que me califiquen como tal. Indignado no es algo con lo que me identifique, es un estado de ánimo, un sentimiento, pero no es una realidad sostenible en el tiempo. Puedo dejar de estar indignado y no por ello dejar de creer en la necesidad de romper con el sistema capitalista, o al menos no dejar de creer en que la democracia (al menos una democracia real) es incompatible con el capitalismo. Uno no dice soy indignado, dice estoy indignado, porque la indignación no es ser, es estar en un cierto momento y dirigido sobre un objeto o realidad determinada. Además, en mi caso, estoy indignado como consecuencia de ser un obrero, asalariado o trabajador (como queráis clasificarme) que nada tiene que ver con las grandes finanzas, pero que sufro en mi pequeña realidad cotidiana sus devenires. Por lo tanto, soy un asalariado que está indignado, pero no soy indignado.

Es curioso, cuando empezó toda esta historia y todavía no habían encontrado ninguna calificación ingeniosa para referirse a las personas que salieron a la calle el 15 de mayo, simplemente se quedaban en que son un grupo heterogéneo. Hablaban de varios grupos clasificables, a saber, parados, pensionistas, trabajadores, desahuciados, jóvenes, mileuristas, funcionarios. Ya entonces pensaba que no era tan difícil, al fin y al cabo todo esto grupo de personas dependen de una u otra manera de un salario para su subsistencia, por lo tanto, bastaba decir que son asalariados o trabajadores para englobarlos a todos.

Resulta que este grupo heterogéneo de personas salió a protestar el 15 de mayo en contra de grandes empresarios, banqueros y políticos. Yo a este grupo lo llamo burguesía, pero al ser un término marxista y antiguo, si queréis, y para no herir sensibilidades, podemos llamarlos grupo heterogéneo de personas compuesto por grandes empresarios, banqueros y políticos que se hacen ricos a costa de los demás, o al menos se mantienen ricos mientras los demás nos hundimos en la miseria, que viene a ser lo mismo. Yo entiendo que identificar a la burguesía es difícil. Los nobles por ejemplo, nacen nobles y mueren nobles, para acabar con los privilegios de la nobleza basta con pasar a la mayor parte de ellos por la guillotina y problema resuelto. Sin embargo uno no nace burgués (bueno, alguno sí), se hace burgués, por lo tanto no basta con guillotinar a burgueses, pues otros vendrán a sustituirlos. Además, existe una cierta condescendencia social respecto a los ricos, pues todos podemos llegar a ser ricos (hipotéticamente, el sueño americano y esas cosas), ahora, no todos podemos ser ricos en el mismo tiempo, e ahí la injusticia. La riqueza no es un término absoluto, es un término relativo, uno es rico en relación a los pobres, si todos fuéramos ricos dejaríamos de serlo en ese mismo instante, pues no habría pobres con los que comparar nuestra riqueza. Además, uno es más rico cuanto más pobreza hay con la que compararse. Por lo tanto, no basta con acabar con los privilegios de las personas que ostentan la riqueza, pues otros se harán ricos en su lugar, sino acabar con las estructuras que permiten que una minoría se haga rica a costa del trabajo de la mayoría. He ahí el error de personalizar en el Club Bilderberg, o en políticos o en banqueros concretos; el problema no son las personas, sino las estructuras que permiten que haya una minoría rica, y por lo tanto una mayoría pobre.

Cuando uno asume y comprende que se encuentra en el grupo heterogéneo de los “indignados” y la solución pasa por acabar con los privilegios del grupo heterogéneo dominante, a esto se le llama adquirir conciencia de clase. Y al enfrentamiento, visible o no, de estos dos grupos heterogéneos se le llama lucha de clases. Pero como decía Gramsci, aún cuando el espectro político sea heterogéneo, a la hora de la verdad todos se decantarán por uno o por otro polo político.

En este proceso de concienciación de clase es importante hacer visible, o si lo prefieren verbalizar, las contradicciones del capitalismo, entendiendo como contradicción por ejemplo defender de fachada los derechos humanos pero violarlos sistemáticamente en guerras lejanas. La izquierda europea lleva mucho tiempo denunciando las violaciones de los derechos humanos de las potencias capitalistas, venta de armas y guerras en el tercer mundo; sin mucho éxito por cierto. El problema en este caso es que al ser humano le cuesto mucho relacionar o conectar las guerras en África por ejemplo, con la actitud de nuestros bancos y algunas empresas, de forma que esta estrategia no funciona del todo. Pero he aquí que el movimiento que surgió a partir del 15 de mayo ha dado en el clavo, ha puesto en el centro del debate político la necesidad de una radicalización en la democracia, haciendo visible que las potencias capitalistas, aunque defiende los valores democráticos, en el fondo defienden los intereses económicos de una minoría con una democracia sesgada y controlada, corrupta y secuestrada. Como decía, se ha puesto de relieve que los intereses económicos o el capitalismo son incompatibles con la democracia; usando todos los mecanismos que tienen a su alcance (incluidos los violentos) para acallar y amedrentar las voces críticas contra su democracia secuestrada por los intereses de los mercados.

Por ello, cuando nos planteemos que camino debemos seguir para mantener viva la llama de la lucha por nuestros derechos y nuestra dignidad, debemos reflexionar si nuestra posición o nuestra actitud contribuye o no a la concienciación de clase, que es ni más ni menos que un compromiso vital con las mujeres y hombres que te rodean en post del bien de todo el colectivo. Si nos fijamos en los recientes acontecimientos de Londres, este estallido de violencia denota un caldo de cultivo de hastío, desesperanza e injusticia; pero no ha sido ni más ni menos que una exaltación de la individualidad consumista protegida por la masa sin ningún tipo de compromiso entre dichas individualidades, que contribuye más bien poco a la concienciación de clase y a la continuación de una lucha y resistencia constante y sostenida en el tiempo. Por ello la estrategia de resistencia pacífica en las movilizaciones actuales es acertada por dos razones: a) aún no existe una masa suficientemente grande concienciada que permita legitimar acciones violentas contra un estado que tiene el poder de legitimar su violencia en post del bien público, b) al ser el estado el único que aplica violencia, esta queda deslegitimada, porque aunque afirme usarla para preservar el orden público, en realidad queda evidente que la usa en defensa de los intereses particulares de una minoría, dejando visible otra contradicción del capitalismo y contribuyendo a la concienciación de clase.

Con esto no quiero decir que no haya uso de la violencia en los procesos revolucionarios, sino que entender las revoluciones solamente como el mero hecho violento es tremendamente simplista. No podemos reducir la revolución francesa a la toma de la Bastilla, sino debemos entenderla como un proceso que duró decenas de años (sino alguna centena) en el que hubo efectivamente hechos violentos puntuales.

Seguramente llegue el momento en el que las sociedades modernas estallen en una escalada de violencia, pero para entonces deberá haber habido ya todo un proceso de concienciación de clase y de compromiso colectivo. Para entonces deberá haber una masa crítica suficientemente grande que haya comprendido que la violencia aplicada desde el estado es injusta e ilegítima y que el uso de la violencia será en legítima defensa de los derechos que ya habremos interiorizados como nuestros. Para entonces muchos habremos cambiado y nos moveremos guiados por una nueva filosofía. Para entonces seguramente hayamos comprendido que las revoluciones no empiezan y acaban en los procesos violentos, sino que son un continúo ejercicio de crítica en un proceso que podríamos denominar de revolución permanente

Hoy luchamos por una democracia más real y participativa, mañana lucharemos en defensa de los derechos humanos en todas las partes del mundo y pasado habrá otra contradicción que hacer visible y luchar por su resolución.

Pedro Luis López Sánchez – Twitter @estrateglobal

3 comentarios:

  1. Has dado en la tecla. El 15m es sólo el principio dicen, pero puede que sea sólo el final si no es capaz de abandonar ideas que dejan el movimiento en una encerrona sin salida. Algunos parece que les molesta autodenominarse asalariados o simplemente trabajadores, reniegan de cualquier sigla, y se comportan como si la lucha de clases fuese algo ya superado.
    Simplemente tomando conciencia de que esa lucha no se superará nunca, y menos bajo un sistema capitalista, sea del tipo que sea, seremos capaces de conseguir algo para nosotros, y nuestros iguales, se encuentren donde se encuentren.
    Algo positivo que ha traído esta crisis globlal, la primera en la historia, es que no creo que hoy muchos vean diferencias en la base entre egipcios, portugueses, estadounidenses, somalíes, libios, griegos... Esperemos que la conciencia se vaya despertando poco a poco en cada vez más individuos, que lo haga globalmente, y que ponga al capitalismo en su diana.
    Lo que suceda después dependerá de otros factores, pero está claro que si no hay alternativa política y la justicia mira para otro lado, en definitiva, si no hay herramientas democráticas para el cambio, el cambio tendrá que venir por otras vías... Y esa situación sólo puede salir bien si hay conciencia.

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  2. No obstante, en cuanto el uso de la violencia, el movimiento debe declarar que la violencia pertenece al repertorio legitimo de nuestras opciones, inlcuso si en el momento actual no la aplicamos por razones estratégicos. El problema con el 15M no era que sus acciones eran pacificas. El problema era (o uno de los problemas) que se autodefinia como "movimiento pacifico que rechaza la violencia". Es decir, el movimiento 15M, condicionado por el lenguaje de los medios de comunicación y del estado, intentaba comportarse como movimiento ciudadanista, pacifista y civico para no sufrir las consecuencias de la polémica de los Mass Media y de las autoridades. Pero la guerra social implica realizar rupturas y asumir riesgos y si no asumes estos riesgos no puedes crear procesos revolucionarios: Hay que decir que la autodefensa es legitima y hay que decir la legalidad burguesa protege la barbaridad capitalista y que tenemos que romperla. Evidentemente, todo esto significa moverse en un camino en el que no habrán ni periodistas progresistas, ni intelectuales simpatizantes ni nada de todo esto. Habrá solo la esfera pública del movimiento, una esfera pública autónoma y antagónica al capital y sus aliados políticos.
    Será una esfera pública que intentará extenderse mediante procesos asamblearios y autoorganizados -no mediante sus "relaciones publicas" con partes del capital y del estado. Será una esfera pública ( asambleas en los barrios, en los lugares de trabajo, en las universidades etc) en creciente conflicto con el estado porque el estado siempre intenta eliminar lo que cuestiona su autoridad.
    Sin duda, un reto enorme, una tarea gigandesca

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  3. No creo que sea un problema que el 15M se auto denomine "movimiento pacifico que rechaza la violencia".

    El problema es intentar ver en el 15M el movimiento de movimientos, para mí esto es un error. El 15M no es un partido político, ni un sindicato, ni si quiera es una asociación. Es un movimiento crítico que ayuda a la concienciación de clase, debemos verlo así porque cuando intente ser otra cosa dejará de ser útil.

    Del 15M (y no solo) debe salir la masa crítica que compongan los partidos políticos y sindicatos de clase, basados en la lucha política y sindical, pero deberá mantenerse como tal, pues tampoco es bueno que la masa crítica se vea desactivada por un partido burocratizado.

    Sobre el uso de la violencia, soy de la idea de que se dará no porque los revolucionarios sean personajes ávidos de sangre y venganza, sino porque el régimen anterior no querrá renunciar a sus privilegios sin presentar batalla. Para entonces, el uso de la violencia en defensa del nuevo poder constituyente ya estará legitimado.

    Creo que de momento, las cosas están ocurriendo relativamente de forma correcta, pero es hora que los partidos y sindicatos de clase empiecen a tomar protagonismo, pues el movimiento 15M no está para convocar huelgas generales y presentar batalla política de partido. Debemos empezar a aumentar la presión ante los nuevos atropellos de los mercados con la complicidad de la pinza PPSOE.

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