"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

jueves, 16 de agosto de 2012

El derecho a la existencia digna

Pedid trabajo, si no os lo dan, pedid pan, y si no os dan ni pan ni trabajo, coged el pan”
Emma Goldman

¿De donde emana el derecho?, es decir, ¿de donde vienen los derechos?, ¿existen de por sí?, ¿alguien se los inventa cuando tiene alguna ocurrencia?, ¿han existido siempre?, ¿siempre han significado lo mismo?

La filosofía del derecho aceptada en la actualidad habla de derecho natural. El derecho natural constituye el conjunto de reglas fundamentales sobre la que se basa la convivencia humana, que es perceptible por la razón, que es congruente con la naturaleza del hombre y que representa la perfecta justicia o el ideal de lo justo. Cuando este derecho está vigente hablamos de derecho positivo, es decir, cuando este derecho está escrito en una ley. El derecho positivo y el derecho natural tienen concordancia, pues el derecho positivo debe inspirarse en el natural, desarrollándolo. La armonía con el derecho natural es lo que legitima al derecho positivo.

Sin embargo, cada vez somos mas conscientes de que las leyes son mucho más permisivas con ciertos delitos de alto standing y por el contrario, realmente duras con el pequeño delito. A las cárceles solo van los pobres, en las cárceles solamente hay pobres. La acción del SAT en los supermercados ha puesto de manifiesto que el derecho positivo, las leyes, no tienen por qué coincidir con el sentido de justicia, y por lo tanto, aún siendo ilegal la acción, una mayoría la considera justa y legítima. ¿Qué está ocurriendo?, ¿de donde viene este divorcio entre el derecho positivo y natural, que deslegitima el primero al menos para un mayoría social?

Immanuel Kant
Para explicar este divorcio debemos abandonar la teoría kantiana del derecho natural, es decir, abandonar la teoría de la existencia de un derecho universal perceptible por la razón humana anterior a la organización de las sociedades y contra el cuál no se puede legislar. De hecho, la percepción de lo justo ha evolucionado a lo largo de la historia del ser humano. Desde un punto de vista marxista, materialista, la percepción de lo justo no es anterior a los sociedades, sino que en cada época del ser humano prevalece el sentido de justicia de la clase dominante, incluso en contra de los intereses de la mayoría social. Es decir, son las condiciones socio-económicas impuestas por la clase dominante las que determinan un sentido de justicia favorable a sus intereses. De ahí que una mayoría social percibamos como justo y legítimo acciones ilegales, porque aún siendo justas para la mayoría, son contrarias a las leyes que la clase social dominante ha impuesto, con métodos mas o menos sutiles.

La crítica de los marxistas a la Declaración Universal de los Derechos Humanos [1] no proviene de que consideremos injusto lo que allí se expone, sino del hecho de que no sirve de mucho tal declaración si no se acaba con el origen de la injusticia, que se encuentra en las relaciones de explotación presentes en el capitalismo. El desarrollo histórico del capitalismo nos da la razón; las potencias más industrializadas, libres y democráticas violan constantemente los derechos humanos, son incapaces de implantarlos en su propio territorio, pues el origen de la injusticia sigue existiendo. Yo les invito a que lean y repasen la Declaración Universal de los Derechos Humanos y juzguen ustedes mismos.

En este sentido, los trabajadores hemos aceptado como natural (en el sentido descrito anteriormente) el derecho al trabajo. Los sindicatos mayoritarios se afanan en la defensa de tal derecho, incluso a costa de especular y retroceder en derechos laborales conseguidos gracias a años de lucha, sangre, sufrimiento y lágrimas. Pues yo les digo señores sindicatos mayoritarios, entre los esclavos no había paro. ¿Qué en las entradas de los campos de concentración nazis se pusiera la expresión alemana Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres) no os da una pista del engaño? Los trabajadores hemos aceptado que bienestar individual debe ser conseguido con trabajo individual, de ahí que necesitemos exigir derecho al trabajo. Y los que no pueden hacer valer este derecho, pues “¡que se jodan!” [2], que trabajen en lo que puedan, incluso en condiciones de semi-esclavitud. Es el régimen de la meritocracia; en sociedades en (supuesta) igualdad de oportunidades cada uno tiene lo que se merece, dicen. Y digo yo, ¿qué méritos habrán realizado los Botín, Ortega y Roig para acumular tal cantidad de riqueza? Y en cambio, ¿qué pecados despreciables habrán cometido los desahuciados, parados y pobres de este país para merecerse tal castigo de miseria e indigencia?


Derecho al trabajo, ¡pero que absurdo tan grande! Si algo hemos hecho los trabajadores por encima de nuestras posibilidades ha sido trabajar y producir. Y después de tanto producir, de tantas casas construidas, de aumentar tanto la productividad, de tanto avance tecnológico en la agricultura, industria y servicios en post del progreso y el bienestar, ¿qué nos queda?, ¿por qué seguimos reclamando más y más trabajo?, ¿es que nos hemos vuelto todos locos?

De lo que tenemos derecho es a una existencia digna en nuestras sociedades, independientemente de nuestro estatus social y laboral. Tenemos derecho a disfrutar de lo que hemos producido en los últimos años entre todos, tenemos derecho a casa, comida, ropa, vacaciones, transporte, educación, sanidad y el resto de servicios sociales. Tenemos derecho a que la sociedad nos proporcione tal bienestar y que el trabajo quede relegado a un deber social necesario para hacer efectivo este derecho, un deber repartido entre todos.

En este momento histórico, para los trabajadores, una sociedad que no haga valer el derecho a una existencia digna a todos sus integrantes, es una sociedad fracasada y debe ser superada.

Pedro Luis López Sánchez – Twitter @estrateglobal

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[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos, Naciones Unidas, http://www.un.org/es/documents/udhr/index.shtml

[2] Andrea Fabra, diputada del PP en el Congreso, gritó ¡que se jodan! cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunciaba los recortes en la prestación por desempleo.